La revista de decoración Interiores ha elaborado un excelente reportaje sobre Cerabella. En una pequeña entrevista al CEO de Cerabella Antoni Anglès i Cantó, se hace referencia a las claves y pilares que sostienen esta empresa centenaria.
¡Gracias a la revista Interiores por este magnífico artículo!
En el siglo XIX, una mujer del Pallars dejó el pequeño pueblo donde vivía para aventurarse en la ciudad. Francesca Abella montó un pequeño obrador de cirios en la Plaça del Pedró en el barrio del Raval de Barcelona, en una época en que la luz del sol se usaba para blanquear la cera y las velas iluminaban las noches oscuras.
Francesca Abella era una mujer fuerte que decidió formarse en el arte de la cerería, sacando adelante una empresa en la que imprimiría toda su determinación y capacidad para reinventarse en un tiempo en el que los negocios no eran precisamente ‘cosa de mujeres’.
Francesca derribó prejuicios y obstáculos y levantó un negocio próspero que ha sabido reinventarse tras casi 160 años. Hoy la empresa Cerabella no solo es un de referente, sino que vela por un legado de valor incalculable. Una manera de entender la cerería desde un espíritu inconformista y valiente, respetuoso e innovador, como su fundadora.
La tradición de encender velas en la ventana durante las fiestas es diferente para cada cultura. Los orígenes difieren según las creencias religiosas e incluso las regiones. No importa de dónde venga tu familia o cómo celebren las fiestas, el uso de luces se ha convertido en una tradición utilizada por muchos para alegrar tu hogar y hacerlo sentir festivo durante las fiestas.
Desde mediados del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII, el gobierno británico creó leyes opresivas en un intento de restringir la práctica del catolicismo en Irlanda. Durante este tiempo de represión religiosa en Irlanda, no había iglesias permitidas. Los sacerdotes católicos se vieron obligados a esconderse en el desierto en cuevas.
Los sacerdotes regresaban sigilosamente a la ciudad durante la noche para celebrar misa con otros creyentes en sus hogares. Durante las Navidades, las familias católicas dejarían sus puertas sin llave y una vela encendida en la ventana para hacerle saber al sacerdote que era bienvenido en su hogar.
Con las muchas oleadas de inmigración irlandesa a Estados Unidos, la tradición se arraigó por el mundo y continuó evolucionando. Por ejemplo, en la época colonial, una vela encendida en una ventana les decía a los viajeros que tenían un lugar seguro donde quedarse. La vela también sirvió como señal entre los vecinos de que la casa estaba abierta para recibir visitas y para iluminar el camino para los familiares que regresan. Desde Cerabella se anima a todo el mundo a mantener esta hermosa tradición histórica, que además, es una excelente excusa para decorar tu hogar con estilo.
En Cerabella estamos orgullosos de nuestra historia y de nuestros orígenes, que en esta ocasión, el suplemento Expansión Start Up publica en un magnífico reportaje. Interesante lectura con curiosas anécdotas y buenos consejos para las pymes.
¡Muchas gracias Expansion por este excelente reportaje!
La historia de Cerabella en «La última Scouting» la revista Marie Claire. Fabuloso artículo que ha elaborado de acuerdo con la historia de la marca. Un breve resumen de quién es Cerabella, y los pilares fundamentales que hacen de sus velas «piezas de arte» que invitan a la pausa.
Gracias Marie Claire para estas hermosas palabras!
Una historia que empieza, precisamente, con la determinación de una mujer fuerte y decidida. Una auténtica emprendedora, Francesca Abella, que llegó al oficio en 1862 con su propio obrador y levantó un negocio próspero que hoy es emblema de respeto por un oficio donde sus velas han sabido sobrevivir a más de 160 años.
Tras más de 160 años, la Cereria Abella, un establecimiento emblemático de Barcelona, se ha convertido en un testimonio ilustre del oficio. Una empresa que lidera una producción 100% handmade in Barcelona que combina diseño y tradición y que quiere llevar a la vela a ser algo más que un objeto de decoración. Una pieza de diseño y funcional, con creaciones propias y a medida y con colaboraciones de creadores de prestigio como Jordi Labanda, Sybilla, Michelle Oka Doner, Toni Miró, Helena Rohner o Muma Soler.
Dentro del fabuloso libro «Volar damunt l’aigua» de Peter Greenaway, editado por Merrell Holberton, encontramos este pequeño tesoro:
«Las velas se encienden para propiciar buenos augurios. Se enciende una vela para iluminar el camino. Se encienden para apaciguar los dioses y recordar los que nos han dejado. En esta exposición imaginaria, las velas se sitúan a medio camino entre la cera que las ha fabricadas y ha creado su forma y su mística, y el faro dédalo, su resultado inevitable. Durante los siglos los arquitectos han construido faros en forma de velas. Queremos que este conjunto de cien velas encendidas representen un centenar de faros. Son una evocación y una guía. » – Peter Greenaway
Diari Ara entrevistó a Antoni Anglès, cuarta generación de Cerabella e indiscutible responsable de la creatividad y el diseño que nos define.
¿Conocéis a algún cerero? ¡Aquí tenéis a uno de los importantes!
La historia de la cera está cargada de símbolos y nosotros tenemos la suerte de fabricar velas que, una vez fuera de nuestro alcance, cobran sentido por los valores que les dan las personas que las encienden: desde los deseos que se cumplirán si se soplan todas las del pastel, a la marca del tiempo de Adviento que nos avisa de que Navidad ya llega.
Uno de los significados más frecuentes ligados a la cera en todo tipo de culturas y desde tiempos antiguos, es el sentido de ofrenda o agradecimiento como en el caso de los ex-votos.
En Cerabella hemos recuperado los moldes originales de ex-votos que fabricábamos en 1862 para crear estas piezas de una fuerza escultórica excepcional:
De vez en cuando, revisitamos los orígenes:
El pueblo que dio apellido a la fundadora de la cerería es un núcleo de casas de piedra compactas y silenciosas presididas por un campanario austero. Abella de la Conca se levanta en la roca como un mirador sobre olivares antiguos y campos de almendros que, con la luz de Noviembre, se convierten en un espectáculo difícil de olvidar.
Quizás Francesca Abella tuvo que dejar la comarca para empezar de nuevo en Barcelona, pero cinco generaciones más tarde, volvemos una y otra vez.
